jueves, 13 de noviembre de 2008

Candidatos de popularidad mediática vs Candidatos por trabajo realizado

"Si a falta de ocupación o de excesiva soledad, Dios no resistiera más y se marchara a otro lugar, sería nuestra perdición, no habría otro remedio más, que adorar a Michael Jackson, a Bill Clinton o a Tarzán”
El Octavo día/ Shakira

Ante el chaparrón de precandidatos de cara a las elecciones regionales de noviembre de este año, los venezolanos hemos sido testigos de diversos focos que llaman la atención y jugadas que demuestran la inmadurez política de los electores, lo cual sin duda afecta a los que ocupan los cargos, aquellos que a fin de cuentas mueven a la sociedad como fichas de ajedrez, pero en mayor medida y en última instancia afectan mucho más al mismo elector.
Para las próximas elecciones, tanto el gobierno como la oposición tienen algo en común: ambos ofrecen dos tipos de precandidatos. El primer tipo de candidato es el que me atrevería a llamar de popularidad mediática. Este personaje político pretende puntear las encuestas apoyándose en su exposición en los medios de comunicación o en la vida pública en general. Su fuerte no necesariamente son los trabajos realizados en las alcaldías o gobernaciones que aspiran, tampoco se esfuerzan por mostrar su experiencia en el ámbito político, porque muchos ni siquiera la tienen. El precandidato de popularidad mediática, tiene además la fortuna del efecto que tiene su presencia en la mente de los electores, los cuales en muchos casos votan por una cara conocida.
El otro tipo de precandidato que tiene el gobierno y también la oposición, es al que llamaremos candidato por trabajo realizado (sin decir con esto que los primeros candidatos no trabajan), este aspirante se lanza respaldado casi siempre por un partido político y sobre todo soportado por su experiencia y años de trabajo en el corazón de las alcaldías y gobernaciones. Sin embargo, el candidato por trabajo realizado no siempre es conocido a escala nacional y su nombre sólo ha salido de su municipio o estado cuando comienza la campaña electoral.
El problema de todo esto no es que haya esos dos tipos de precandidatos, al contrario ¿Qué más democrático que escoger candidatos dentro del mismo gobierno o dentro de la misma oposición a través de encuestas? El problema es precisamente el resultado de algunas encuestas, las cuales dan ganadores a los candidatos de popularidad mediática por encima de los candidatos por trabajo realizado. Y ni siquiera son las encuestas el problema, lo que debe preocuparnos es la siguiente pregunta: ¿Qué factores influyen en el elector venezolano para escoger a un precandidato? ¿Acaso preferimos caras conocidas y nombres rimbombantes por encima de indagar en los que no se hacen tan conocidos?
Todo parece indicar que la situación política de nuestro país en los últimos años ha sido favorable para que un montón de hombres con ambiciones de poder, no necesariamente políticos, estén presentes en las mentes de los electores de una u otra manera; y ellos han visto el año 2008 como una oportunidad para ser parte de una nueva categoría de candidatos, los de popularidad mediática. Algunos de ellos tienen programas de televisión, otros han enfrentado a Hugo Chávez en alguna circunstancia, y el resto simplemente no sabemos de dónde los conocemos tanto.
Este fenómeno curioso y deplorable que está sucediendo en Venezuela en un año de elecciones de gobernadores y alcaldes, resulta peligroso para la correcta escogencia de los actores políticos en un momento en el cual la polarización es la mayor protagonista. La tarea de todos debe ser informarnos sobre cada uno de nuestros precandidatos, ¿De qué sirve que toda Venezuela crea que en Baruta gana Liliana Hernández si quienes votan son los habitantes de Chacao y conocen el trabajo de Emilio Graterón dentro del Municipio? El reto está en decidir con conocimiento de causa y escoger al hombre que mejor satisfaga las necesidades del estado o del municipio, pero no las necesidades para fortalecer a la oposición, ni para reivindicar la imagen del gobierno.

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