domingo, 6 de enero de 2008

Somos Ricos



Fui a darle el pésame a la madre, destrozada, pálida, hinchada de tanto llorar, intentando mantenerse sentada sobre una silla, y en sus ojos se reflejaba el dolor más profundo de su vida, por la muerte de su hijo. Mientras observaba aquella trágica escena, pensaba para mis adentros lo curioso e irónico que es, que la persona que te da la máxima felicidad posible, puede ser la misma que te puede causar el dolor más grande. Su hijo, que siempre fue su mayor felicidad, ese día se convirtió en el causante su peor tristeza.

Exactamente igual sucedió y continúa sucediendo en nuestro país. Lo mismo que nos hizo inmensamente ricos, nos ayudó a conocer la pobreza. La misma cosa que abrió fuentes de trabajo, causó altos niveles de desempleo. Aquello que nos etiquetaba de desarrollados, contribuyó para convertirnos en tercermundistas. En nuestro caso, el hijo vivo o muerto, es el petróleo.
La historia del oro negro comienza cuando en 1914 el pozo Zumaque I descubre el campo Mene Grande en la costa oriental del lago de Maracaibo (¡Más vale que no!) y su petróleo abre para Venezuela los mercados energéticos mundiales. En ese momento la producción era de 24 barriles diarios de crudo Mene Grande de 18 grados API, a través de bombeo mecánico. En cualquier caso, con términos petroleros o no, desde ese día, en nuestras mentes, “somos ricos”. Como un pobre ignorante que gana la lotería y piensa que tiene la vida resuelta, pues con dinero todo se soluciona. Así pensó y continúa pensando el venezolano: “Con petróleo, todo se resuelve”. O no. Yo diría que todo se pone más complicado.
Venezuela, como la mayoría de los países del mundo, generaba sus ganancias a través de la agricultura. Fue desde siempre inmensamente privilegiada, ya que gozaba de una ubicación espacial y clima maravillosos para la óptima producción de demasiados productos que se daban en sus tierras. Sembradíos de café y cacao, reconocidos por su buena calidad internacionalmente. Así como caña de azúcar, incontables granos, frutas y miles de vegetales. Tierras que los campesinos trabajaban y con lo que se mantenían viviendo en el interior de todo el país.
Pero aquel día negro, el día del descubrimiento del petróleo, cambió totalmente la situación y el pensamiento de todos y cada uno de los venezolanos. La idea de riqueza colectiva llenó las cabezas de los campesinos y decidieron dejar el campo buscando en la ciudad las supuestas oportunidades de magnate que les brindaría el maravilloso mineral. El venezolano actuó como un niñito con juguete nuevo, que deja botados al resto de los juguetes por la emoción de lo nuevo, lo último, sin saber que los juguetes de antes también hacen falta para complementar el estante.
El petróleo disparó la economía nacional y su producción generó con el paso del tiempo, cada vez más riquezas. Mientras tanto a los niños les enseñaban en sus colegios, que éramos un país rico. Y esa idea de riqueza se quedaría en sus cabezas, llevándolos irónicamente a conocer la pobreza. Porque los niños se quedaron paralizados con la idea de que éramos un país rico, “con petróleo estamos salvados”. Igualmente se disparó una corrupción desmedida, que llevó al “país rico” a ser cada vez más pobre.
Decidimos convertirnos en un país mono- productor, teniendo todo para que nuestra economía tuviera muchos pilares, ¡Total, Éramos ricos!
Y esa actitud, que comenzó con el auge del petróleo se ha mantenido hasta nuestros días, y es quizás la razón de la mayoría de nuestros problemas como Nación. Es una actitud conformista y poco ambiciosa. Nos hemos ido quedando con lo que se puede y lo que “nos manda Dios”, en vez de explotar las maravillas que tenemos y sacarle el jugo hasta al último rincón más recóndito de Venezuela.
Una comparación sencilla resulta conveniente. Aquí, tenemos las playas más bellas del mundo en una situación sumamente privilegiada, que podría recibir millones de turistas al año si las condiciones estuvieran dadas o más bien generadas, pero resulta que el venezolano ya tenía suficiente con el petróleo y no necesitó ir más allá, ni se propuso desarrollar tanto ese ámbito porque no le hacía falta, “Porque ya somos ricos…” Por otro lado, tenemos a la pequeña isla de Aruba, que a principios del siglo XX era literalmente “un peladero de chivo”, sin si quiera un sistema de agua desarrollado para su pequeña población. Sin embargo al poco tiempo los habitantes comenzaron a generar un desarrollo turístico inmenso y a explotar la única posibilidad que tenían para subsistir económicamente: el turismo. Hoy en día, Aruba es uno de los destinos más frecuentados, si no el más, de las islas del caribe y de los turistas que buscan vacacionar en las playas. Una vez más, la idea de riqueza que nos generó el petróleo es la nube en la cabeza para el desarrollo de nuevas ideas.
Con el descubrimiento y Nacionalización del petróleo surgió una tecnología de primera y se emprendió la construcción de carreteras, autopistas, viaductos y puentes que facilitaron las comunicaciones y convirtieron a Venezuela en los años cincuenta, en uno de los países más desarrollados en cuanto a infraestructura. Pero nos quedamos con esas mismas carreteras, puentes, autopistas y viaductos. Esa idea de tenerlo todo se mantuvo en la cabeza del venezolano aún cuando lo comenzó a perder. Hoy, nos encontramos incomunicados, somos parte de los países subdesarrollados en cuanto a tecnología e infraestructura. ¿Alguna razón que explique el fenómeno? En mi opinión, porque a los niños en las escuelas les seguían enseñando que “éramos ricos”.
Me pregunto ¿Cómo sería Venezuela, si aún tuviera una producción agrícola y la exportara al resto del mundo? Seguramente las ciudades estarían limpias de los cordones de pobreza y los poblados del interior hubieran logrado cierto desarrollo. Seríamos un país multi- productor y lo más importante, en nuestra mente no tendríamos la riqueza como punto de partida sino como meta a alcanzar a través del trabajo.
Lo tenemos todo, pero no entendemos cómo es que a la final no tenemos nada. Somos materia prima y nosotros mismos tenemos que convertirnos en producto, pero no aspiramos a tanto. Como dicen por ahí, queremos las cosas “en bandejita de plata”, y “nos quedamos en el aparato”.
El petróleo, como el hijo de la madre, es un arma de doble filo, en sus dos extremos. Lo triste del caso, es que no ha hecho falta que el petróleo muera o se acabe, para que Venezuela comience a sufrir sus consecuencias negativas.Y a los niños en los colegios les continúan enseñando que “Somos Ricos”.


Maria Alesia Sosa C.

6 comentarios:

Madrina dijo...

Deberias mandarlo al periodico merece que te lo publiquen!!! Tu madrina

titi briceño dijo...

Mária escelente artículo, te felicito!!! y estoy de acuerdo con tu madrina, deberías mandarlo al periódico... Un beso. Titi

titi briceño dijo...

*excelente

Nera dijo...

Maria!! que orgullo!! estoy demasiado orgullosa de que hace meses hacíamos nuestras prácticas al lado. Que emoción! osea! qué belleza de artículo y qué claro.
TE FELICITO MI MARIA!
te quiero!

Maria Alesia Sosa C. dijo...

jajjajaj Gracias a todas, eso fue una práctica de crónica, mi primera crónica, a ver cuando me entreguen la nota!!! jajja gracias! besos

Maria Alesia Sosa C. dijo...

Yo no sabía que ustedes se metían en mi blog!!! I barely update it! sorry!!!